lunes, 15 de diciembre de 2008

‘‘¡Ahí te va un beso de despedida, perro!’’



Quería escribir algo sobre este inolvidable suceso que me hizo carcajear e hizo que el dia fuera más bello de lo que ya era. Pero visité una de mis páginas favoritas a sabiendas de que el autor de dicho sitio no dejaría pasar este hecho para dar su punto de vista. La página es de uno de los grandes escritores de nuestra lengua, es "El cuaderno de Saramago".
Definitivamente es mejor leer a uno de los grandes y no dar mi opinión, que a lado del texto del Nobel radicado en Lanzaronte es innecesaria.
Aquí les dejo lo escrito por el gran José Saramago y de paso los invito a que visiten su página (http://cuaderno.josesaramago.org/) para disfrutar de una de las plumas más lúcidas de nuestro español.

El golpe final
Diciembre 16, 2008 by José Saramago

La risa es inmediata. Ver al presidente de Estados Unidos encogiéndose tras un micrófono mientras un zapato vuela sobre su cabeza es un excelente ejercicio para los músculos de la cara que controlan la carcajada. Este hombre, famoso por su abisal ignorancia y por sus continuos dislates lingüísticos, nos ha hecho reír muchas veces durante los últimos ocho años. Este hombre, también famoso por otras razones menos atractivas, paranoico contumaz, nos ha dado mil motivos para que lo detestásemos, a él y a sus acólitos, cómplices en la falsedad y en la intriga, mentes pervertidas que han hecho de la política internacional una farsa trágica y de la simples dignidad el mejor objetivo de la irrisión absoluta. Verdaderamente el mundo, a pesar del desolador espectáculo que nos ofrece todos los días, no merece un Bush. Lo hemos tenido, lo sufrimos hasta tal punto que la victoria de Barack Obama ha sido considerada por mucha gente como una especie de justicia divina. Tardía, como en general es la justicia, pero definitiva. Pero todavía nos faltaba el golpe final, nos faltaban esos zapatos que un periodista de la televisión iraquí lanzó sobre la mentirosa y descarada fachada que tenía enfrente y que pueden ser entendidos de dos formas: o esos zapatos deberían tener unos pies dentro y el objetivo del golpe sería la parte curva del cuerpo donde la espalda cambia de nombre, o entonces Muntazer al Ziadi (quede su nombre para la posteridad) encontró la manera más contundente y eficaz de expresar su desprecio. El ridículo. Un par de puntapiés tampoco estarían mal, pero el ridículo es para siempre. Voto por el ridículo.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Saludos al satélite Morelos


Ver mapa más grande

Entonces dios creó al hombre a imagen y semejanza de él, y el hombre creo a Google Earth a imagen y semejanza del mundo.
Estamos aprendiendo a usar este divertido juguete y como muchos de los millones de usuarios de Google Earth es imposible dejar de buscar tu casa en las tomas increíbles que mandan los satélites.
Entonces aquí es donde vivo actualmente, donde se encuentra el globito azul, (el famoso marcador de posición de Google Maps).
Atrás, donde se encuentra la cruz azul es donde llevo a la cancerbera de este blog a hacer sus necesidades y a coquetear con dos o tres perrunos.
A un costado se puede ver una raya azul vertical, esa es la cancha de fútbol de la prepa de la colonia, prepa donde me expulsaron pero ese es tema para otro post.
Tengo dos años viviendo aquí y la toma del satélite es vieja, ha cambiado mucho. Sin embargo es increíble lo que uno se puede divertir con esta herramienta. El mundo se ha hecho una ventana donde inmóviles, podemos ver lo que hemos hecho con este pobre planeta.
Para manejar la vista panorámica usen los cursores que están a la derecha del cuadro. Si le dan varios click a la flecha que indica hacia la derecha podrán ver la toma aérea de la zona CICOM (Centro Internacional de la Cultura Olmeca y Maya) donde se encuentran algunas piezas arqueológicas de nuestros antiguos mexicanos. A un lado podrán observar el río Grijalva que se desbordó en 2007 y que tanto daño nos hizo a los habitantes del Centro. Pero eso ya pasó…
Un saludo, voy a dar un paseo por la India.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Príncipe/mendigo, músico y aviador


“Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados,
sin tratar de abrirlos jamás”
René Descartes

La turbulencia y la impericia del piloto causaron el desastre. Un salto del viento y un soñador sin programa de vuelo. Desde principios de año el compromiso de llevar vidas sanas y salvas ya no era lo primordial. Nunca reconoció que una cierta depresión lo invadía; su refugio: esa simple pero profunda embriaguez del amor por volar, espina de divino aire; lo hacia débil y se corrompía, como todos. Por eso la turbulencia le pareció normal. Desde comienzos de su dudosa carrera por los cielos la turbulencia estuvo de su lado. Digamos que hubo una comunicación entre los malos rumbos y los malos hábitos; allá, desde arriba. Era un hombre seguro en la turbulencia.
Sobre todo era un romántico de altos vuelos. Desde que leyó El Principito a dueto con un antiguo amor y supo que el autor del libro un buen día había montado en su aeronave y se había perdido en el cielo, un cierto brillo invadió sus ojos. Negó siempre que el libro lo haya marcado más aquel antiguo amor que lo leyó junto a él que el hecho de que en la obra se hablara sobre aviones y el gusto por volar.
Posteriormente supo la historia del músico Glenn Miller, su vuelo se perdió misteriosamente cuando se dirigía a París para iniciar una gira. Desde entonces empezó a escuchar Swing. Siempre llevaba una vieja edición de El Principito cuando iba a volar.
Era ya un ritual escuchar In the moood de Glenn Miller Orchesta antes de subir a la aeronave.
Los compañeros del trabajo un día lo planearon, a modo de broma, regalarle una capa como la que usaba El Principito en sus aventuras. Lo pensaron bien y decidieron no dársela. Conociéndolo lo hubiera tomado muy en serio y era capaz de no dejar la capa ni para dormir.
Mejor fue dejarlo en paz, quizás – se comentaban los compañeros, pilotos y sobrecargos, - es puro asunto de superstición. Algunos mencionaron que en efecto, cada uno tenía amuletos que usaban en sus vuelos: una corbata roja, regalo de la esposa, o los viejos boxer negros que tanta guerra han aguantado, entre otros. Sin embargo, estuvieron de acuerdo que a ninguno se le hubiera ocurrido llevar consigo algo que le recuerde el extravío de un avión por los aires.
La turbulencia siguió sus saltos de viento. El piloto jugaba a perderse en los aires con la imaginación llena de principitos y músicos de jazz. Las nubes eran para él, pequeños hoyos blancos con oasis de imaginación, nubes con turbulencia.
La impericia llegó el día menos esperado. Cuando la confianza volaba más alto que la aeronave. Minutos antes de abordar había hablado con su compadre, un político que escalaba muy rápido la ruta del poder, ambicioso y que por intereses personales había colocado al soñador aéreo como parte de su equipo de trabajo sin pasar algunos exámenes necesarios para obtener el puesto de capitán. Se iban a ver el fin de semana, ¿el plan? Salir fuera de la ciudad con la familia e ir a comer a un paradisiaco restaurante, tendrían tiempo para platicar de dos o tres cosas. Quizás, aprovecharía para contarle a su compadre de Saint-Exupery y Glenn Miller. Pero sospechaba que eran otros temas de más importancia los que se iban a tocar.
El libro se mantenía a su lado. El copiloto lo observó de reojo. Cada uno hizo una mueca distinta en la cabina y en silencio prosiguieron a esperar la autorización de la torre de control. Despegaron.
Se acercaba la noche en el cielo y al jet no le faltaba mucho para llegar a su destino. Le aconsejaron reducir la velocidad pues una estela de turbulencia de un Boeing que había volado antes por ese rumbo seguía en el aire. No escuchó. El era pariente de las turbulencias. Podría dominarlas sin ningún obstáculo, por eso le dieron la chamba de capitán, de príncipe, de músico de jazz.
Pero hizo presencia el jalón del destino, turbulencia no conocida. Con más pena que miedo sintió cómo se le iba el timón de las manos. Fue un latigazo, no dio tiempo de hacer nada. En los últimos segundos pudo ver cómo las luces de la ciudad se le hacían grandes, escuchó los gritos de los pasajeros y sólo pensó en dios.
Unos segundos antes de que el desastre llegara a Reforma, un automovilista desafortunado, futura lamentable víctima, prendía la radio de su vehículo y dio con un programa de jazz del que era asiduo radio-escucha; el locutor anunciaba que a continuación disfrutarían un tema ejecutado por el capitán Glenn Miller y su orquesta, la canción era: In the Mood.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Sombra de mi bien esquivo



12 de noviembre, un aniversario más de Sor Juana Inés de la Cruz; el número 357 (hay quienes dicen que es el 360). En fin, para no olvidar a la mujer y al personaje más importante de la historia de la literatura en lengua castellana, como afirmó cada vez que podía, Octavio Paz, dejo aquí este video donde el mestizaje musical de Jaramar Soto, gran cantante mexicana - aparece al final del video -, que en su incesante búsqueda personal de expresión llega a uno de los más bellos poemas de la Décima Musa, "Una fantasía contenta con amor decente".
Lourdes Aguilar Salas en el aniversario de la poeta dijo: “Sor Juana contempla la música de distintas maneras: como cuerpo de mujer que puede ser tocado; como instrumento de belleza armónico en el universo, y como una dulce deidad del viento”.
Así pues dejo video y poema de esa gran mujer de bello rostro que sale en nuestros billetes, esa dulce deidad del viento, Sor Juana Inés de la Cruz.

UNA FANTASÍA CONTENTA
CON AMOR DECENTE

Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

viernes, 21 de noviembre de 2008

SÉ TODOS LOS CUENTOS


Con la novedad de que estoy en época de sequía, siempre sucede a final de año, la pluma – o el teclado – me abandona o abandono. Tiempo de sequías, pero como decía Sabines: “ya vendrán los aguaceros”.
Por mientras el lector no descansa. Así que les dejo este poema de Felipe Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe. Este importante poeta de la generación del 27 tiene poemas más hermosos pero resulta que éste es el que a mi me gusta. Poeta y bohemio español que murió en México semanas antes de la masacre en la Plaza de las tres culturas. Hizo bien en irse, supongo que él ya sabía lo que iba a pasar, ya se sabía el cuento.


SÉ TODOS LOS CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
Que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.

León Felipe

domingo, 2 de noviembre de 2008

Ronda de noche


Entra la ráfaga de aire frío por el tragaluz. Irrumpe en mi cuerpo a gran velocidad el alma de la Niña Blanca. Llega y se queda. La modorra hace tratar a uno de abrir los ojos, mas los párpados cansados no se dejan levantar, unos párpados obscenos de fatigados. Mientras duermo sueño en colores sombríos. Vuelo en una nube sanguina; pienso también: “si la flaca ha elegido este cuerpo como hotel de carretera, pues que ahí se quede.”
En el transcurso de la madrugada la brisa trasnochadora recorre mi espinazo, siento el filo de la lengua de la Catrina rozándome el cuello. En lugar de asustarme me arrulla como si fuera una madre enternecida.
Inicia el baile de los huesos, ella danza pausadamente con su vestido de tinieblas. Trémulo mas cómodo en sus brazos. Si bailo con ella de ningún modo estoy vencido, es sólo la muerte tratando de darme muerte. Yo no sé bailar pero ningún sentido tiene discutir con la señora dueña de la noche... ¡Y a esa edad!
Es vieja, si, pero su glacial aliento inunda mi sangre, cala los huesos; va recorriendo milímetro a milímetro las tripas, la siento subir al esófago y al ir subiendo por la traquea deja un cosquilleo familiar; como si hubiese chupado una pastilla de menta. De repente tengo la sensación de la boca saneada, astringente; me siento “besable” a horas en que ni las estrellas del sueño se asoman, tan sólo la tenue luz de una luna trasnochadora alumbra a un mosquito, que, al recorte de las sombras, adquiere una dimensión fantasmagórica; como el de una horrenda criatura sin mas afán que alimentarse sobre esta piel dormida pero infinitamente sensible. Mi epidermis se vence ante el aguijón del insecto, escucho cómo succiona la sangre, despide vapores y resbala por su invertebrado cuerpo. Pude haberlo sacudido, dar un manotazo, pero es mayor la pesadez y el macabro deseo de imaginarlo desplomado sobre sus alas, muriendo poco a poco, intentando inútilmente disfrutar mi sangre y esta, a su vez, “amorcillándose” en su interior; coagulando lentamente, hasta que lo único que mueva al díptero sea el aire que arrastre su cadáver por el suelo. Cambio de posición tantas veces como la muerte da vueltas con la luna desquebrajada. Ella baila sola y se desliza por mis oquedades. Siento fría la lengua, entumida y gorda, como anestesiada. Los dientes se cristalizan; toda la boca es una caverna helada y oscura.
Mi derredor se expande mecido al vaivén de una oscura revelación, un arrullo de notas hechas de esquirlas que se clavan en mi espalda.
Observo en el sueño a mi cuerpo abotagado, hinchado y deshidratado. Se mira mediocre, sucio, hastiado, sin otro aliciente más que el de ir corrompiéndose segundo a segundo. Es el ensayo de la Niña blanca, ocho horas. Al parecer, la consigna es seguir degenerándose hasta la última y arrinconada célula. Me levantan aquellos pensamientos, suave caricia. Abro la boca y bostezo, instante que aprovecha para salir huyendo, sabe que no hay más por hacer. No puede abrazarme como ella quiere; no esta noche. Huye y me deja con mi propia penitencia, huye a sabiendas de lo muerto que estoy en vida.

jueves, 30 de octubre de 2008

THE FLAMING LIPS


Wayne Coyne adentro de una burbuja transparente. Su staff lo lanza hacia el público mexicano. Toneladas de equipo naranja se esparcen sobre el escenario. Logramos tocar la burbuja por un instante y es nuestro pedazo de inmortalidad, el rostro excitado de Wayne supongo es igual a los rostros que tenemos los que vemos incrédulos desde afuera de la burbuja. Unos borrachos pelean en el público, aguafiestas nunca faltan para amargarle el momento a los fans de labios colorados de Flaming Lips.
La bola transparente rueda por el público maravillado por unos minutos y vuelve al escenario para que el vocalista salga de la burbuja a dar su show. Es la hora de los Flaming en el Motorokr Fest 08. Inician con “Race for the price”, una de las rolas más alegres de los chicos locos de Oklahoma, muy esperada por este escriba que salta sorprendido al escuchar la rola por la que rezaba a Yoshimi y a otros dioses para que la tocaran en su visita a México. Es la primera canción para arrancar una hora de verdadera magia musical.
La pelea de los que sólo llegan a los conciertos a estupidizarse con alcohol y drogas sigue pero ya no importa, The Flaming Lips está en el escenario, sobre este lo acompañan Tele Tubies que no dudo sean fans mexicanos que tuvieron la gran oportunidad de disfrazarse y estar con ellos en su espectáculo.
Wayne Coyne vestido como siempre de saco, muy elegante y de tono beige. Tiene una 'bazooka' donde lanza lluvias de serpentinas y confeti hacia el público, su bajista viste un traje de esqueleto (homenaje a John Entwistle, de The Who), a Steven Drozd sólo se le ven los cabellos y una playera naranja, su batería es del mismo color. Es imposible no saltar de felicidad al escuchar 'Race for The Prize'.
En la pantalla gigante que tiene el grupo atrás se ven todas las canas de Coyne, en la pantalla todos los colores del arco iris, el juego de luces junto con globos que rebotan entre el público asemeja a un reventón de antología. Wayne lleva colgado una maquina de hacer humo. Es la fiesta donde celebramos por fin la llegada a México de Flaming Lips, una banda que se divierte en cada una de sus presentaciones, que sabe hacer música y sabe entregarse. Ellos hacen que el viaje y el boleto valgan la pena.

jueves, 23 de octubre de 2008

CIBER PARA POETAS



Leo libros de poemas como si fueran una ruleta de la palabra que aniquila. Vuelvo a poemarios leídos una primera vez. Hay varios en una caja. Como si fueran enormes hojuelas de maíz derramadas en un plato los revuelvo, tomo uno y al abrirlo en cualquier página, caen unas hojas dobladas que contienen versos capturados en computadora, letra Times, 12 puntos.
Leo las hojas caídas del árbol de Jaime García Terrés. Me acuerdo de inmediato que se trata del ejercicio del Ciber para poetas, proyección de Alex Largo, un Bukowski que escribe cuando quiere pero que vive a lo Bukowski, de la republica hermana de Neza York, profundo viajero entre las células que explotan y la resistencia cósmica y urbana.
Las hojas son un ejercicio durante su estancia en Villa, en el taller del Monero y el Teatrero, donde además ensayó un grupo de rock progresivo, se hizo nacimientos y caricaturas políticas, se guardó escenografía e instrumentos de una compañía de teatro y un grupo de música afroantillana respectivamente.
Entre todo eso, Alex Largo se refugió en los rincones viviendo de la limosna y los brebajes ponzoñosos que invitaban los que podían. Ahí en esa posada, alguien le había obsequiado una computadora vieja, con Windos 98 y con un Word muy atrasado. Ahí concibió su Ciber para poetas. Donde él estaría dando el servicio desde esa computadora madre, y al mismo tiempo convocaría a una escritura grupal, un cadáver más exquisito por su tallereo en el mismo momento en que sucede la aparición del verso.
Nance y un servilleta fuimos sus conejillos de indias. Llegamos un día nubloso. Compramos cerveza y cigarros. Ya todos servidos, Alex Largo nos explicó el ejercicio: Se toma un poco de alcohol, se fuma si es necesario, y se escribe un verso o un párrafo. Después, el teclado se pasa al siguiente participante que inicia el mismo procedimiento. Tema libre.

Ha regresado y aquí se los dejó, Ciber para poetas, hecho en algún mes del 2008, por Alex Largo, la Nance y este seguro servilleta. Un cadáver exquisito, virtual, efímero y etílico.

EL CIBERSPACIO

Este punto se pierde,
y es posible imaginar
a un poeta maldito bebiendo café.
Había que desconectarse de este programa pasado.
El sol cae en tu espejo y quiebro mi cuerpo en nada.
La música de la vecina distorsiona el sentido.

Aparecen trazos en el monitor, colgados, un disco flexible, una impresora de inyección de tinta, textos impresos, borradores, colección de poemas reciclados, pocos llegarán a la fama.

Ella revienta. ¿Qué es gris? El cielo aparece verde.

Ya ha de ser como el atardecer, el ruido de los autos se ha armonizado, la vecina se quedó dormida.

El abismo marca el límite de tu ausencia, misterio y nada, salida que muerde la mariposa, mosca en la flor, viento en la piel.
La ciudad construye todo lo que no se ha visto.

Las furias nuevas están presentes. Puntos de sudores. El sol es como la conciencia del diablo. Este día, es el día cero del sol.

Ella recoge silencio. El rostro define su energía imaginable. En el cabello cortado están las raíces, se ve en los labios insinuación y melancolía. Tira piedras a las ventanas que se detienen en sus manos.

El encuentro significa la ruptura. El pensamiento averiado.

Definir el tiempo, espacio volátil, ilusión, emoción de ocio.

Movimiento que se esparce, canto demente.

Puente, presión de la imagen, continuación de la muerte.

Te ofrecen esta ciudad, el reloj que cuelga en palacio de gobierno, el tiempo de todos.

Un puente bajo las orillas del llamado, donde los teclados de la soledad invocan lo real de la derrota.

La salida no es para desaparecer por la emergencia de la locura.

El reflejo definía sus ojos enmarcados en miradas inciertas que lo negaban todo.

Este círculo no se cierra, no es circunferencia, no termina.

El abismo marca el sonido de tu ausencia, misterio de nada, salida que busca la mariposa.

domingo, 5 de octubre de 2008

Tlatelulco



Cruzo el Eje Central Lázaro Cárdenas y la zona arqueológica de Tlatelolco se observa ya imponente desde el puente peatonal. A un lado de los vestigios del imperio de Cuauhtémoc habita orgulloso el Centro Cultural Universitario, en los ventanales cuadriculados que adornan este recinto se encuentran plasmados acercamientos de rostros de la Colección Andrés Blaisten como los que hay en la obra de Fernando Castillo, por ejemplo. También incluyen acercamientos de fotos de los estudiantes del movimiento de 1968. Me dirijo a la extrema izquierda y paseo por la orilla de la zona arqueológica. Algunos jóvenes que yo presumo son estudiantes o egresados de la licenciatura de arqueología están en una de las pirámides más altas trabajando en una excavación. Sigo mi camino rodeando la zona arqueológica y llego a la parte trasera donde una enorme pared frontal del Centro Cultural Universitario es utilizada por dos jóvenes sin playera para jugar una especie de squash callejero donde en vez de raquetas usan sus puños bien cerrados. Sigo rodeando la zona arqueológica, más adelante la secretaria de relaciones exteriores y a un lado la iglesia donde en sus oscuros rincones se refugian parejas de enamorados.
Llego al monolito que está a un lado de los vestigios prehispánicos donde dice: “El 13 de agosto de 1921 heroicamente defendido por Cuauhtémoc cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortéz. No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.
Estación, primera masacre. He llegado. Paso una contemplación por las ruinas y me detengo un rato. Estoy a punto de llegar a la Plaza de las tres culturas. Cuando estoy en medio de la plaza me dirijo a la estela que se yergue en el extremo derecho. Este monolito se levantó en 1993, tiene unos 20 nombres – de los oficiales – caídos el dos de octubre y al final un fragmento de Memorial de Tlatelolco de Rosario Castellanos. ¿Quién? ¿Quiénes? Se pregunta la poeta y así todo un pueblo que la sostiene atrás.
Los edificios en que miles de testigos oyeron y vieron la segunda masacre – esta hecha ya no por invasores extranjeros sino por propios mexicanos en el gobierno represor – siguen imponentes como los testigos mudos en que se han convertido.
Sigo caminando por la derecha y llego al Jardín de Santiago. Sus jardines y bancas de laberintos verdes y grises hacen del descanso una nueva contemplación. Una indigente, quizás, con alguna enfermedad, se encuentra sentada en una de las bancas. Guarda trapos viejos en una de las decenas de bolsas que están amarradas en un diablito. Tiene paños doblados en la cabeza. Es de edad avanzada. Entona una canción que al parecer inventa en momentos, la música y el tono son originales de los cantos a la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac. Su versión es: Yo me moriré, yo me moriré para siempre en ti o Yo no tengo a nadie, yo no tengo a nadie a quien llorar.
Todavia retumban los versos de Castellanos en la plaza de las tres culturas y la señora del jardín de santiago canta que no tiene a nadie a quien llorar, han pasado cuarenta años de la segunda matanza en Tlatelolco, chispa que produjo el México de hoy y todavia no hay tumbas para que los hijos y familiares de los desaparecidos tengan donde ir a llorar.
Regreso a la plaza y varios jóvenes de la UNAM levantan tres copias idénticas – sólo que en fibra de vidrio – del monolito donde estan algunos de los nombres de los caídos el dos de octubre junto con el fragmento del poema de Rosario Castellanos. Los preparativos para recordar las cuatro décadas de una de las páginas más vergonzozas del México moderno está a la vista. Los encargados de levantar los clones dicen que estarán separados por 8.33 metros cada uno. Así los dejo a unos días de que la bandera a media asta sea izada una vez más en la Plaza de las tres culturas.

lunes, 1 de septiembre de 2008

LOS IMPOSTORES



Al mismo tiempo, en diferentes lugares y sólo con dos horas de diferencia, un par de embusteros ingresan a escena. En Nueva York, Estados Unidos, un falso Mick Jagger hace su aparición en el bar Espirit, es el notorio barrio Chelsea.
En Villahermosa, Tabasco, México, un doble de Chico Che se introduce al congal El Tamarindo, es la popular colonia Tamulté de Las Barrancas.
El imitador de Jagger, con algo más de peso y unos años menos, es recibido por la gente del bar y le dan trato de VIP. El aparente Chico Che, con menos panza y más años encima que el original es recibido con chiflidos por parte de los parroquianos y besos tiernos de las bailarinas del tugurio.
Es sábado por la noche y la falsa Satánica Majestad comenta a la gente que se le acerca incrédula que ha viajado en su jet privado a Nueva York desde Ohio tras ofrecer un concierto. El apócrifo Chico Che comenta a sus amigas del tubo que ha llegado desde Cárdenas en su combi donde lo solicitaron para amenizar una boda.
El club colma de atenciones al ficticio líder de los Rolling Stones, que incluye bebidas gratis y un guardaespaldas. El regente del Tamarindo le manda una cerveza al fingido vocalista de La Crisis y un mensaje que lleva la mesera que dice: “Entras en cinco minutos”.
El impostor de Jagger también tiene una gran boca, lleva la clásica melena en capas, con un tinte castaño, pantalones negros ajustados y un saco azul fuerte. El que se hace pasar por Chico Che lleva el clásico overol azul, playera amarilla, lentes tipo Rayban, larga cabellera negra y en capas.
El Mick de a mentiras se divierte en el club, admiradoras lo rodean y nadie duda de que están junto al original líder de una de las bandas más importantes del planeta. La ilusión del hombre del overol se encuentra con la bailarina que más lo quiere, todos ahí saben que ése no es el verdadero vocalista de uno de los conjuntos musicales más importantes del país; todos saben que Chico Che hace tiempo hizo el viaje que todos haremos algún día de estos.
El falso Mick le dice al guardaespaldas que se siente agobiado por la gente, las cámaras y necesita irse. El doble de Francisco Hernández Mandujano le jura a su bailarina favorita que ella es la única mujer en su vida y que es hora de subir a escena.Antes de marcharse, el impostor de Jagger se encierra diez minutos en el baño de mujeres con tres admiradoras. Antes de subir al cadalso donde amenizará la próxima hora a los comensales del Tamarindo, el apócrifo Chico Che se encierra unos minutos en el camerino con la bailarina de su vida.
Demasiado tarde, empleados del club Espirit se dan cuenta de que han servido por una hora tragos gratis a un impostor tras ver una fotografía en una revista y comprobar que el cliente distinguido al que acaban de atender es más joven y más gordo que el vocalista de los Rolling Stones.
Demasiado temprano acaba la participación del clon de Chico Che. El regente del Tamarindo le dice: “No tienes la voz ni el ángel del original, mejor vuelve a tu combi y dedícate a trabajar en el transporte público, lo que sabes hacer bien.”
Los guardias del club Espirit salen a la calle con la esperanza de encontrar al embustero. Las calles del barrio Chelsea están llenas de turistas y de la comunidad gay que han hecho del suburbio su hogar. Ni una señal del impostor.
El imitador del líder de La Crisis espera a su chica a que haga su número en la pista. Cuando ella baja espera a que se cambie y los dos salen de la mano hacia la combi. Ella le dice que no se desanime, ya habrá otro lugar donde pueda rendir tributo a su ídolo. Él piensa en trabajar el lunes, con su combi en la ruta de “Vía Méndez”; no faltará algún pasajero que le diga: “oiga, usted se parece a Chico Che…”

viernes, 1 de agosto de 2008

Habitación sin número



Es tierra de vacantes, situación en blanco. Una hormiga perdida pasa por la hoja. Es la mesa, la silla. Es la mano con que presionas el bolígrafo. Son los ojos dilatados. Hoja de nadie, tierra de todos. Es la ventana a donde se dirigen los ojos. El viento es un aliento lejano de alguien que ha contado una historia parecida a otra muy distante de oídos. La tarde y el calor. Festejo por la puesta de sol. Tarde de columpios retostados. Una gota de sudor resbala por la hoja. Hormiga mojada.
Un libro de Becerra, cenicero, cigarros sin filtros, cenizas sobre la mesa. Un cuerpo árido tratando de entregarse a la hoja. Es la mesa y la silla soportando los sudores de un hombre desnudo ante lápiz y papel.
Una pared. Una Ventana. La ratonera. Es el cubo de las desesperaciones. Es la mesa en el centro y sobre ella El Otoño Recorre las Islas.
Se hace la vida afuera. Sueños de caminantes, tumulto de embarcaciones que se observan en el horizonte nublado. Archivos de imágenes guardadas con celo en los teléfonos móviles y en las computadoras personales. Nostalgia del sol por las aceras que comienzan a entibiarse.
Voces tocan a la puerta. Un silencio y un miedo a ser descubierto. Días sin el ardiente tatuado en la cara. Los pasos allá afuera iluminan las calles. No es noche para la luna, es noche para los pasos.
De madrugada tampoco salen las palabras, hormigas que nunca se han vencido por salir del hormiguero antes que las demás. Mas la hoja en blanco reclama, no la haz picado con hormigas, mojaste a una con soledad pero no cuenta.
El piso blanco. Equipo de sonido. Discos regados. Clapton, King, Pecanins, Real de Catorce. Tentado ha olvidar todo y escuchar blues para aullar un poco a falta de hormigas. Eres tan fuerte como los solos de una guitarra blusera.
Es la espera, ante todo es eso, la espera. Vigilia e insomnio. No entiendes el por qué de la tardanza. De pronto es el alba. El surco del caminante. De un lado hacia el otro. No encuentra sitio. Es ante todo la duda que asalta y no dejará dormir hasta calmar la molestia.
Sigue el cuerpo desnudo ante la hoja. Madrugada seria. Espejo empañado. Catre de madera, sábanas vacías. Empiezan los primeros síntomas con la picazón en todo el cuerpo. Te olvidas del blues y sientes el bolígrafo en tu mano, la hoja llamándote. Todo el cuerpo es un hervidero de ronchas. Las ronchas mutan en hormigas, brotan del cuerpo y el enjambre se dirige a tu izquierda mano, la que escribe y sostiene la pluma. Es así, te abandonan. Hormigas pasan por tus ojos, por tu boca, bajan por los oídos y suben por las pantorrillas. Se riegan en la hoja en blanco y sabes de su fama de organizadas, se acomodan en sus respectivos lugares.
Hormigas donde se extrañaron las palabras. Palabras recargadas de hormigas negras. El lienzo blanco es el hormiguero perfecto para decir aquí estoy y no me he ido. La mano izquierda es un panal bien organizado de hormigas presurosas. Todas se han apelmazado en el brazo, haciendo largas filas. El tráfico imaginero en tu mano zurda. Viéndolo a cierta distancia parece que tienes un tatuaje hindú en la mano siniestra. Hindi han.
La velocidad con que liberas al enjambre hacia un destino blanco es curiosa, no sabes si agitas la mano para sacudir a las hormigas o al bolígrafo. Entre tanta gestación por fin escribes: Es tierra de vacantes, situación en blanco. Una hormiga perdida pasa por la hoja…

domingo, 6 de julio de 2008

Séptimo día para turistas




Es domingo en estas calles y la sombra me cobija por la izquierda. Es ahí donde la marisma de ideas empieza a maquilar otra historia; pero siento que ya la escribí. Se trata de una pareja con profundas heridas tratando de aniquilar de modo inapelable y, para siempre, al otro. ¿Y qué más? ¿Nada? Qué original.
El tema del canibalismo y sus retornos continuos me hace tirar todo al olvido. Comienzo a preguntarme:
- ¿Cuándo pasará un colectivo?
Mi respuesta llega minutos después, distingo en lontananza al vehículo acercarse lentamente. Una chica aparece detrás de un almendro y pide la parada; observo su filoso cuerpo de quinceañera y el titubeo al subir o no al minibús.
Un joven que ha llegado a la otra esquina le grita:
- ¡Si te vas, te va a ir peor!
Camino presuroso hacía la combi para no perder ni un detalle y alcanzo a escuchar a la quinceañera:
- Siempre no, gracias.
Me cruzo en su camino e intento capturar algún aroma: huele como a Pachulí. Me he subido al colectivo por la parte de adelante.
El joven la mira con intensidad desde la otra orilla. Ella se ha quedado inmóvil y la combi desfila en el espacio que han dejado en la calle desierta.
Los observo con morboso interés: primero a ella, después a él, ahora a ella; los dos siguen en sus esquinas y así los dejamos mientras el colectivo dobla y se pierden.
Al pagarle al chofer nos miramos el uno al otro, reímos.
- Le van a dar una madriza, ¡la pobre güera! - Dice el chofer y su voz es gruesa, implacable.
- ¿Usted creé?
- ¡Seguro! Ese chavo la trata de la chingada, ella trabajaba con el papá en la carnicería.
- ¡Ah! Una carnicería.
- Sí, del papá; pero te digo que ella andaba urgida, con decirte que
a un cuate le dijo que si quería se iba con él; pero el muy pendejo se puso a tomar el día de la huida y que se le va olvidando la güerita.
Las risas estallan en nuestras gargantas y en la primera parada suben unas señoras con morral en mano; ellas deben pensar que el chofer y yo somos viejos amigos.
- Tu cuate se perdió la aventura de su vida – continúo la conversación.
- ¿Verdad? Y eso era de llegar y vámonos, de balazo. Lo que hizo el
que le gritó ahora, pero éste es un cabrón, le pega, la trata mal... Lo que pasa ahora es que el chavo se aburrió, ya obtuvo lo que quería, – el chofer mira por el retrovisor a las señoras que están al fondo –.
- Se le va a ir.
- Se le va ir ¿Verdad? – La sonrisa del chofer es más reveladora cuando pregunta, sabe que eso es muy probable.
- No va faltar otro que venga a ofrecer sueños y estrellas de otro color.
El chofer me observa por el retrovisor y parece no comprender mi último comentario; fruncimos los ceños.
En la próxima parada nadie sube, nadie baja.
Olvidando al chofer, estas historias que salen a tomar el sol me persiguen, por más que intente escaparme siempre están aquí. Y no escribir otra vez sobre una relación tormentosa me molesta ¿Y si les edifico una muralla feliz? ¿Y si los mato de nuevo? Qué original.
- Selevair – murmura el chofer.

Una de las mujeres pide la parada pero las dos se apean. Hemos llegado al mercado y el bullicio de un domingo está a la orden con La Cumbia de la Serpiente y un merolico anuncia el último descubrimiento en Las Islas Canarias: Fosfobitacal, un elixir casi mágico.
Me despido de mi amigo el chofer y le deseo suerte. Estoy consiente de que mi destino no era el mercado pero también me percato que estoy persiguiendo a las sumisas mujeres de morrales multicolor.
Se me ha ocurrido una especie de lesbiario y ellas son perfectas, discretas, la primera pareja de una serie de diez. Son dos solteronas que viven juntas y tienen un pasado que desean olvidar; ambas sufrieron con hombres posesivos y escaparon de los abusos y golpes; se encontraron por vez primera en una lonchería de la frontera buscando a un pollero que dicen, desayunaba habitualmente en ese lugar. Todo eso lo contaran ellas en la cama, desnudas, a sus cincuenta y cinco años; ya viven de nuevo en su México de mil máscaras y mojados acaudalados. ¿Cómo empezaría? Pues ahora las veo: están comprando legumbres: epazote, cilantro y perejil; quizá tengan una comida de aniversario...



sábado, 21 de junio de 2008

"No es mi tierra, es mi agua". Pellicer retorna



En este esfuerzo de algunos de los jóvenes creadores en Tabasco llega este Primer Festival de Creadores “Tierra de Vacantes” del 24 al 27 de junio en el marco del cumpleaños de la antigua San Juan Bautista, hoy Villahermosa, Tabasco.


Para cerrar este festival estaremos el viernes 27 de junio en el Centro Cultural Villahermosa en punto de las siete de la noche con el espectáculo multimedia: “Pellicer, Estación Abierta, Retorno”. Una propuesta que mezcla la música, la poesía y las artes visuales. Sobre todo es una provocación, es promover la lectura y muy en especial la lectura de la obra de Carlos Pellicer, una forma de acercarlo a la banda para que no se vayan con el “viaje” de que Pellicer era sólo un tipo calvo que hablaba de la fauna y flora de nuestro estado. Es mucho más que eso.
Por ahí nos vemos.

jueves, 5 de junio de 2008

Carretera Cuernavaca



Dame 20 minutos,
estaré listo con todos mis vicios
que no son más que palabras en el aire,
viaje de cacofonías inconcientes.
Pasa por mí en el auto de mamá.
Sigo en la misma taberna,
esa que te da asco desde la esquina,
donde estacionas la nave de la suegra.
Pasa por mí en 20 minutos
y platicaremos de ti, tu tema favorito.
Coquetearemos como siempre lo hemos hecho,
me restregarás en cara que eres mucho más joven que yo
y al final acabarás cerca de esta piel desarmada,
de esta neblina en el periférico,
de este murmullo de sal y brazos flácidos,
de este sin rumbo que soy.
A veces creo que la única novedad
que me darás cuando realmente me des algo,
no será tu ego fiel al ser licenciada rimbombante
o cuando digas que tienes un auto propio.
Será cuando desaparezcas
y no sepa más de ti.

Pedro Luis

martes, 20 de mayo de 2008

Una cerveza de nombre Achirica


Pedro Luis


Llevo a Cherna al Submarino porque dice no acordarse de haber entrado alguna vez. También porque él se encuentra de picher y yo de cacher. Ha lanzado en La Loma las medio muertas; con este calorón – dice él- no se mantienen frías por mucho tiempo.
Nos corren de la primera estación y llego al Sub con intención de ser una especie de guía interpretativo y platicarle a Cherna del mural “Heredarás el Submarino” de Gutemberg Rivero, obra que le da vida a uno de los locales de la alegría más veteranos de Villahermosa. Presumo que conocí al artista y una vez tuve el descaro de pedirle una colaboración para un proyecto… Pero te estas proyectando mucho me dice Cherna. Tiene razón, así que bajo de mi proyección y sigo con el mural, hablo de los personajes que han vivido y bebido en este lugar y ahora se encuentran inmortalizados en el mural de la pared izquierda, algunos viven todavía.
Sin embargo Cherna no me escucha, me interrumpe para caer en sus demonios de plástico. Necesita sacarlo y me cuenta de su pleito con la Comisión Federal de Electricidad; ellos lo están matando poco a poco de calor. No ha podido instalar un mini split que compró desde noviembre porque su medidor es de 110 y necesita uno de 220. Ésta es la hora que la Comisión no se lo cambia. Para aprovechar el bulto, el mini split, empaquetado y en su caja, fue utilizado por la señora madre de Cherna para instalar el tradicional nacimiento en diciembre pasado. Ha llegado mayo y sus calores, Cherna desespera, suda a mares, grita y patalea porque su cuarto sigue caliente.
Para salvar la plática que va de caída llega Rogelio religiosamente después de media noche. Pedimos otro vaso y le invitamos de nuestro abrevadero que igual suda en el centro de la mesa. Unos brindis y un nuevo berrinche del Cherna, ladra una vez más, se percata que no venden la marca de cerveza que a él le gusta. Rogelio aprovecha un caluroso silencio y nos muestra unos dibujos en los que trabaja. En unas hojas de papel bond que por lo visto fueron arrancadas de una libreta muy golpeada se encuentran unos desnudos eróticos, una pareja en su retozar después o durante el encuentro amoroso, una sábana a cuadros se repite en toda la serie y una armónica juega en las posiciones de la pareja, es un guiño del autor que gusta de blues en las esquinas e instrumentos de viento. Mientras observo hoja por hoja voy buscando donde anda la armónica, ¿estará en el suelo mientras la pareja juega? ¿La habrá colocado en la mano de él, en la de ella? Las últimas hojas de la serie sólo tienen a la pareja en posiciones sexuales; no sé si es apenas un boceto o el autor intenta que al final del juego de seducción aparezca solamente el “fin del secreto”, “la muerte chiquita”, que sólo importe los cuerpos, el vuelo final donde ya no importan armónicas, sábanas a cuadros, almohadas o catre. Sólo los cuerpos y el vacío.
En otro de esos silencios, Rogelio aprovecha una vez más y saca a relucir La Última Cena del maestro Gut. Cherna como no ve bien y no escucha lo que le dicen cuando está encabritado no le interesa la platica. La Última Cena de Gutemberg Rivero que, como el mural, puede ser apreciada en el mítico restaurante bar El Submarino, se trata de una última cena que acaba en parranda. Se puede ver a los discípulos agarrando el pedo y como típicos borrachos mexicanos, abrazados unos de otros, se van a seguir la peda a otra parte. En la mesa quedan botellas de vino y de cerveza mexicana. Al fondo en un cerro, se ve a su maestro en oración y a la espera de su destino. Sus discípulos se han emborrachado e intentan calmar sus penas con más vino y cerveza, quizás van a un lugar como El Submarino. Rogelio platica de todo esto y concluye que es una obra chingona. Estamos de acuerdo que sería interesante abordar ese tema de las últimas cenas que artistas en diferentes épocas y lugares han creado, de Leonardo a Dalí, de Gutemberg Rivero a David LaChapelle. La conversación olvida a la caguama que se calienta en medio de la mesa. Al probarla de nuevo, Cherna ya no está con nosotros, ha huido buscando nuevos refugios donde ladrar. Rogelio dice que la cerveza sabe horrible caliente, tiene razón; pienso en los admirados grecorromanos, cómo se atrevieron a beberla así. Supongo que nunca vivieron con cuarenta grados a la sombra. Rogelio y yo nos despedimos afuera del submarino, media hora antes de que cierren la escotilla.

viernes, 9 de mayo de 2008

CIBER CAFÉ SENTIMENTAL




Pedro Luis



Dan ternura las chicas de primer semestre. Llegan al negocio inocentes – ni tanto – y en sus grandes ojos, delgados cuerpos, intuyo las ganas de querer ser licenciadas en algo, salir de la prisión a la que llaman hogar, conseguir un trabajo bien remunerado, ser independientes, enamorarse y que ese amor dure para siempre.
Atiendo un ciber café en una universidad, no estudié tanto como esas chicas lo hacen. Creo que es mejor así porque si me dedicara a estudiar tendría esa mirada de carroña estudiantil, sería parte de la mafia de la sociedad de alumnos, estaría resentido con las compañeras que no prestan ni el acordeón. Sería de esos alumnos huevones que compran a los maestros, una contradicción de vejiga prominente vagando por el campus universitario.
De todas esas chicas de primer semestre están las más abusadas, las que llegan a coquetear y a preguntar cómo me llamo y si tengo novia, aunque en el fondo no les interese en lo más mínimo. Es así que se arruga el corazón, cobro menos y a las que están de buen ver a veces no les cobro nada.
Pero no hay comparación con las chicas de primer semestre entrando a veces con la mirada perdida por la puerta del ciber. Por ejemplo, la espigada de granos en la cara, libreta bajo el brazo, contando sus pesos y con las cuentas en el aire. A modo de broma y en serio me pregunta si hacemos descuento con la credencial de estudiante. Soy un perdedor ante ese tipo de miradas, las que parecen tocar el alma cuando en momentos de impresiones y cidis quemados no esperas. Le digo que no es nada.
El que la hace de jefe escucha mi respuesta. Me lanza unas miradas desde la mesa del servidor, unas miradas de lince avaro. Ni la música de trova a la que es muy afecto ablanda a ese corazón interesado. Fernando Delgadillo o Silvio Rodríguez se escuchan a todo volumen para amortiguar la incomodidad. Ni modos me digo, y me hundo en la silla que acompaña la mesa del servidor número dos. Se me descontará en mi quincena. Es así que llega el día de paga y todavía me pregunto cómo gano tan poco.


domingo, 27 de abril de 2008

Seattle Grace Hospital


Lo envidiable de los cirujanos
es su agolpada billetera
donde nunca les falta bisturí.

Saben lo que es ser residente
en la tierra y en el fuego.

Reflexionan sobre sus monstruos
mientras se dirigen a cardiología.

Lo envidiable de los cirujanos
es que abren cuerpos y sostienen corazones.

Se esconden en los pasillos
para ser infieles sin engañar a nadie,
para dejar correr a los augurios que también,
ocultos en las sombras, se despabilan.

Lo envidiable de los cirujanos
es que están atentos a cada tejido,
tienen miradas de águila real,
amor blanco y ciego,
como si en verdad la textura
de un moribundo fuese lo más importante.

Al llegar a casa se desparraman en sus lujos
y siguen pensando en las texturas del paciente en turno,
en la canción elegida para cerrar el capitulo.

pl

domingo, 6 de abril de 2008

Emoticones y Emofobias




Pedro Luis

Emo decide circular por la colonia. Una de la tarde y el sol en su punto. Aun así, Emo sale con playera negra de manga larga, cuello de tortuga, con un estampado de su grupo favorito, Jimmy Eat World. Su madre desde la ventana dice lo de siempre: “.Ya te vas con los otros peludos a sudar por ahí; a ver cuando te cortas esas greñas…” Emo no la escucha desde hace tiempo; su cabello lacio y negro lo remata un peinado que deja ver un flequillo creciendo en límites nunca antes conocidos.
Pantalón gris y Converse negros con agujetas rosas. Emo descansa un rato en una de las bancas de la plaza, saca el maquillaje y se delinea los ojos de negro. Con el tremendo calor se escurren las líneas y Emo parece que tiene ojeras y se encuentra triste. Mamá lo mataría si sabe que Emo se delinea los ojos como una jovencita. Antes de volver a casa tiene que lavarse la tristeza.
Su IPOD también es negro. Escucha “Fallen” de Evanescence. Ha bajado de Internet una traducción al español de la letra. A Emo le gustan mucho los siguientes versos:
Ahora te diré lo que he hecho por ti
50 mil lágrimas he llorado
Gritando, engañando y sangrando por ti
Y aun así tú no me escuchas
Me estoy hundiendo

Antes de llegar a su destino, Emo siempre pasa por el puesto de periódicos, la señora que atiende siempre le frunce el seño. Emo nunca compra nada. Se queda una eternidad de minutos observando portadas de publicaciones amarillistas; los prensados en accidentes automovilísticos, secuestros y cuerpos dejados en calles solitarias, ajustes de cuentas de narcotraficantes. No toma mucho en cuenta otras primeras planas; los escándalos del mundo del espectáculo, las triquiñuelas de los políticos, los resultados de la jornada futbolística; eso a Emo no le interesa, sólo quiere ver la sangre en exhibición para todo transeúnte.
Ha llegado a casa de ella. No están los papás y es buen refugio temporal. Ella abre y para no variar la encuentra bella con ese peinado parecido al de él, un poco más largo; unas sombras intensas al rededor de los ojos intentan perder ese brillo adolescente en sus pupilas, y no lo consiguen. También lleva una playera negra ajustada con la portada del disco de Jimmy Eat World. Van directo a su habitación.
Todo está preparado. Como él se lo platicó una vez. La cama envuelta sólo con una sábana blanca, un preservativo color negro, la canción “In the middle” de Jimmy Eat World a todo volumen y repetida hasta la eternidad. A un lado del condón oscuro se encuentran dos hojas metálicas para rasurar. Es ahora o nunca.
Después de usar el preservativo negro descansan quince minutos, uno sobre el otro. El rito lo comienza ella que toma una de las hojas metálicas. Desnudos repiten el discurso que mantienen desde que se conocen. Están de acuerdo en que son incomprendidos, que los intolerantes no consiguen la eternidad, que las tribus urbanas ya no existen, ahora sólo hay grupos de enfrentamiento, saben que el mundo es triste porque ya nos lo comimos desde hace mucho. Todo eso los deprime. No vale la pena seguir caminando en calles tan pobladas de sol y agujeros negros.
Cuando de las venas brota la sangre de los dos, ella, excitada, le dice a Emo directo a los ojos:
“¿No dan ganas de suicidarse?”

domingo, 23 de marzo de 2008

Matar a fantomas



Pedro Luis



...Mira, hemos fantaseado demasiado, murmuré a modo de despedida...
Algunos llegamos al extremo de añadirnos a grupos izquierdozos y pseudo-revolucionarios de estrellita pálida, de rostro encapuchado, facciones que casi eran ya de nosotros y que se han vendido hasta salir en tv y hacer comerciales. Fueron invitados de mis emociones. Y en realidad tan disfrazada de colores e ideologías siempre busqué al fantasma de la ficción. Quizás, porque todo en lo que participé con mi cinta que decía en letra minúscula: “disidente” se presentó con la desazón de no saber a ciencia cierta que decían sus puntos, sus fundadores de voz igual refundida; se volvió todo una verborrea que mató la plaga que en sus principios se extendía favorablemente. A mí sólo me tocó ver el tercer acto sin telón en una ya aburrida trama. Pero en fin, lo que vi en uno de esos días, fue la plenitud de lo que sentí que debía hacer. Encontrar por dónde el fantasma de la ficción se transfiguraba incluso en los grupos donde yo me moví, furtivo y desconfiado.
Es así que no avisó, sólo estuve en el tiempo y lugar adecuado, en ese instante.
Era en las afueras del cuartel general clandestino, en la gira artística de izquierda pseudo radical. Sabíamos de los orejas, estaban entre nosotros, tranquilos y campantes. Nos tocó hacer guardia. Un joven cantante revolucionario tocaba con su guitarra las notas del comandante Ché Guevara (Silvio dixit). Es así que pensé que por ahí se debía de colar el personaje de mi alter ego, de mi propia ficción elaborada y a punto de bullir en una hirviente realidad transgresora. Me acerqué con toda la confianza que me había ganado. Me tocaba estar despierto mientras los demás compañeros de guardia se echaban una pestaña. Entré sin sobresaltos a la casa del cuartel general. Ahí estaba sin capucha, su barba era más negra que la noche, roncaba. En mi mano izquierda había un cuchillo con empuñadura de piel de lagarto… Mira, le dije en voz baja, hemos fantaseado demasiado…

sábado, 8 de marzo de 2008

El desamor en tiempos del blog


Pedro Luis

Juan Pérez fue un tipo quejumbroso hasta el último click. Era tal su elocuencia para hablar de la injusticias que le había jugado la vida que ningún otrora desgraciado en la web le hacia sombra.
Él no lo sabía pero hiperexpresivo era el título que estudiosos y sabedores del tema colocaron a su extraña enfermedad. Juan Pérez hablaba de sí mismo en cuatro consultorios de psicoanalistas a la semana. Agotó a todos y todavía pedía más.
Luego descubrió en la Internet el mundo de los blogs. Cuando inauguró su espacio al que llamó “La Perfecta Nada”, al pegar su primer hiper texto, sintió en la sangre corrientes eléctricas que nunca antes había experimentado. El poder decir algo, escribir algo sin preocuparse de faltas ortográficas, del juicio de correctores de estilo o algún encorbatado de la academia y compartirlo como es, desnudo y gramaticalmente desesperado a miles de almas navegantes por la red, quizás, tan solitarias como él, era la emancipación de algunas de sus más importantes emociones. Una nueva era del monólogo interior se regodeaba entre lo digital y lo virtual, entre confusiones modernas de principios de siglo.
Empezó el discurso interno/público quejándose de su nombre, tan común y corriente. Se lamentó nacer en un lugar donde la gente bautizaba a sus hijos con nombres tan originales como Herculano, Telésforo o Cabalgata Deportiva Zambrano y precisamente a él, en tierra de nombres raros, lo hayan bautizado con la gracia de Juan Pérez.
Al principio pegaba un hipertexto nuevo cada semana, luego cada tres días, hasta que todas las noches, después del suplicio del trabajo, llegaba a casa a descargar sus frustraciones en su Perfecta Nada.
Hubo varios visitantes que le dejaron comentarios. Algunos le daban una cucharadita de caldo de pollo para el alma, otros de plano se burlaron de su forma derrotista de ver todo y otros le dijeron sin retórica y sin faltas ortográficas: “Eres un idiota”.
Se podría decir que nadie iba a extrañar el blog de Juan Pérez.
Y cuando todo en el mundo de los blogs iba en perfecta navegalia, Juan Pérez dejó de postear y de compartir sus tormentos con los conectados. El silencio fue el puñal y el corazón.
Nadie supo en qué nueva trinchera o nuevo espacio para descargas de almas fue a refugiarse Juan. Muchos de sus lectores le escribieron para saber si iba a seguir quejándose desde su Perfecta Nada. Nunca respondió. Muchos tuvieron la sospecha de que Juan había pasado a mejor vida; sólo así imaginaron en poder parar la verborrea interna de alguien tan necesitado de lectores y atención como Juan Pérez.
Ahora anda por la super carretera de la información un correo masivo con una nota preliminar de los más asiduos lectores de Juan. Todos en una completa narrativa de ficción, idealizan al pobre diablo que escribía tan mal sobre su vida. Al final del comentario dejan varios links, algunos blogs-tributo a esa alma perdida. Muchos lectores de Juan Pérez copiaron la mayoría de sus textos y los reunieron en un espacio que se envía a en correos masivos a los más infortunados usuarios de la red. El nombre del correo (por si alguna vez llega a tu bandeja de entrada) se titula: “Ni la nada es perfecta, ni es un mal y tampoco dura cien años”.

lunes, 25 de febrero de 2008

Sombras a cuarenta grados de distancia…


Pedro Luis


Hay un verso de Jorge Esquinca, poeta mexicano que estuvo en tierras tabasqueñas e inundables para un austero y flojo Cuarto Encuentro Iberoamericano de Poesía hace unos días. El poeta de la ciudad de México dice de las de acá: Un verso de Pellicer para que mejore el clima. Así es, un verso de Pellicer para que mejoren nuestros tiempos, para que el temporal de austeridad se vaya y venga la riqueza en nuestros corazones, un verso de Pellicer para los niños de la calle que se conforman con unas monedas y la indiferencia de las autoridades, un verso de Pellicer para ahuyentar la violencia en nuestras colonias, un verso de Pellicer para las madres solteras que hacen cola para recibir un modesto apoyo del gobierno químico, un verso de Pellicer para olvidar la horrible pintura que el Ayuntamiento del Centro ha impuesto en los parques de Villahermosa, un verso de Pellicer para no pensar en el diputado borrachín que sale a gatas del table dance dando de balazos a quien quiera ayudarlo, un verso de Pellicer para olvidar que a ese tipo de funcionaros no les harán nada por tener el fuero y jactarse de influyentes, un verso de Pellicer para todos los que extrañarán la feria que se ha cancelado por falta de recursos, un verso de Pellicer para los paisanos que tuvieron que irse al otro lado porque aquí no hay oportunidades de trabajo, un verso de Pellicer para los que perdieron todo en las inundaciones pasadas, para los que no les alcanzó el vale de diez mil pesos, un verso de Pellicer para los olvidados en la Casa del árbol, un verso de Pellicer para las madres desnaturalizadas que abandonan a sus hijos en las puertas de casas ajenas, un verso de Pellicer para los maestros que se la pasan en el sindicato dando golpes y provocando la ira, un verso de Pellicer para todos los aspirantes a entrar a la UJAT y que no han podido por X o por Y, un verso de Pellicer para los amigos que se han dejado de hablar por nimiedades, un verso de Pellicer para las familias disfuncionales que no pueden superar sus diferencias, un verso de Pellicer para los hijos de padres separados que luchan entre dos familias y rencores del pasado, un verso de Pellicer para mis sobrinos, un verso de Pellicer para las parejas que no pueden tener hijos, un verso de Pellicer para los que no encuentran el amor, un verso de Pellicer para los marginados, un verso de Pellicer para los que se encuentran en el CRESET esperando el día de visita, un verso de Pellicer para los que han perdido a sus padres, un verso de Pellicer para los que extrañan las vacaciones, un verso de Pellicer para Tabasco que olvida a sus poetas, la verdadera conciencia del pueblo, y ahora si, un verso de Pellicer para que mejore el clima: ¿Cuál de todas las sombras es la mía?

domingo, 10 de febrero de 2008

Recado con arma de fuego


Mi otro Yo:

No estoy en casa. Si llegas, escondí el arma debajo de las almohadas. Ya sabes lo que debes hacer hacer. Si encuentro esta nota quiere decir que no llegaste y que el arma sigue ahí. Si llego y la nota sigue pero el arma no, quiere decir que no te interesaron estas palabras y fuiste decididamente a tomar la automática para ponerle fin a quien nos ha hecho la vida de cuadritos (novela- breve de tercera clase.)
Cuando le dispares pones rígidos los brazos, tensa todos los huesos del cuerpo, aprieta bien el gatillo y dile unas palabras como “nos vemos en otra vida” o “corre si quieres morir cobardemente;” no te burles del pobre diablo si empieza a rogar o a querer comprarte.
Querrá un último cigarrillo, ofrécele fuego sin dejar de apuntarlo, conversa de lo que hizo hoy mientras expulsa humo y le tiemblen sus marchitas manos. Si empieza a llorar matadlo inmediatamente, (siempre quise escribir la frase anterior.)
Si te llevas la nota te aconsejo que la destruyas o te la comas. Por ningún motivo la leas en lugares públicos ni mucho menos se la enseñes a alguien. Se muy bien que no eres estúpido pero las recomendaciones no están de más.
Cuando el cadáver se encuentre con el suelo colócale una flor de las que seguramente tiene en el florero de la mesita de centro. ¡Cómo le gustan las flores! (O le gustaban.) Te apuesto que son las llamadas nubes, estas flores que no son rosas y no huelen las soporté por muchos años. Será un toque de buen gusto en medio del charco de sangre (porque habrá charco de sangre ¿o no?) Por favor, no lo mates cuando este pisando la alfombra, no soporto arruinar decoraciones.
No tienes que tener –necesariamente— una mirada de asesino. Creo que nunca pensaste que lo serías aunque muchos piensan en serlo o les excita saber que pueden matar pero en realidad nunca se atreverán. Tú los has rebasado, vas en estos momentos – al terminar de leer esta nota – a convertirte en uno. ¿Qué se siente? ¿Cómo camina un asesino? ¿De pronto se vuelve atractivo? Yo creo que si; ahora eres el hombre más atractivo del mundo cargando una automática a punto de erupción.
Hemos discutido las razones que nos han llevado a este paso decisivo: el amor. (¿Hay otra razón por la cual eliminar a un ser humano? No.) Ese viejo refrán que dice en el amor y en la guerra todo se vale siempre he pensado que es un tanto erróneo; en el amor y después del amor todo se vale.
He salido a tomar un americano, observaré la lluvia si es que se atreve a descargar esta noche en algún cafetín del centro. Te juro que no podré aguantarme las ganas de saber que cuando llegue a casa habrá un asesino esperándome ansioso por hacerme el amor. Me lo harás con tiranía, me desgarrarás la ropa y yo haré trizas tu bragueta. Entre las palabras obscenas que siempre nos decimos dirás un “¡lo hice! ¡Lo hice!” y morderé tu lengua.

Te ama

Yo

miércoles, 30 de enero de 2008

Esquema para provocar playeras poéticas que no van a ninguna parte.


Pedro Luis

La otra noche utilicé una playera con estampado. Un amigo me hizo el favor de hacer un diseño y trabajo en serigrafía. Es un doble perfil de un semblante conocido: se miran el uno al otro sobre una playera beige, donde luce en una dualidad plena, los rostros y las calvas de Carlos Pellicer en rojo bermellón. Fue en la noche del after, de la tocada mezclada con poesía en el Planetario; surgió a modo de broma, de cotorreo, esa puntada de invadir a la ciudad de playeras con estampados de sus tres poetas importantes: Pellicer, Gorostiza y Becerra. Imagínense la triada de bardos tabasqueños, imponiendo moda clandestina y piratona, apabullando al negocio de playeras negras que se venden y se pasean por el centro con frases tan ridículas como la de: “Busco novio con auto”, “Chiquita pero picosa”, “El casado es él” entre otras frases populares de nuestro vulgo.
Para contrarrestar esas palabras por supuesto estarían en primerísimo lugar, los versos de los poetas de donde tomaremos nuestra imagen, nuestro logo “comercial” si quieren llamarlo desdeñosamente; sería algo como la imagen de Kodak del Ché Guevara o Frida, producto artístico cien por ciento redituable. Entonces las playeras podrían tener la imagen casi imperceptible de José Gorostiza y sus anteojitos, abajo en cursivas, un verso de él: “Putilla del rubor helado, vamonos al diablo…”
O tomar la calva de Pellicer y tatuarle un verso, por supuesto de su autoría: “Noche en el agua. Yo te lo dije. Noche en el agua.”
No cabe duda, la imagen de José Carlos Becerra en playera negra, una foto donde se pasea por un cementerio de Europa o en la que posa junto a un cartel de una tocada rock por aquel continente. “Dinamiten el idioma de vuestra ciudad, logren el corto circuito en el sueño”
Lo mejor que les puede pasar a los poetas es que la gente se apodere de sus versos, que los distribuya y exprima el jugo de su lenguaje, donde deja de ser suyo cuando llega alguien, lee y reflexiona, se entusiasma y transmite. Es importante añadir: en estos tiempos donde hoy por hoy la imagen, elemento en su auge, más espectacular que nunca, el lenguaje todavía lucha contra el silencio.
Al final de aquella conversación entre cerveza y tabaco se concluía que el proyecto de “playeras poéticas” en los tianguis de la ciudad es una de las tantas formas de provocar algo entre la gente, entre transeúntes de salario mínimo, al que pocas veces saludamos o nos saludan, del señor que vende pescado en el mercado y tiene un momento para escuchar Telereportaje y otro para fijarse en el cuchillo rebanador de pulgares. Del chavo sin más casa que la calle, de chemo, cristalazo y pisa y corre. O quizás, en realidad y bajando a la residencia en nuestra tierra, todo esto nada más fue una conversación para pasar la francachela, lenguaje de aquellos que pasamos sin pena ni gloria sobre la sombrita y el calorón.

miércoles, 23 de enero de 2008

HE CRECIDO COMO UN ÁRBOL PARA NECESIDAD DE LOS PÁJAROS




Pedro Luis

Se fue el 2007 y en Tabasco (de donde a mucha honra soy y vivo) dejamos las inundaciones y algunos amores que también se llevó la corriente. El 2008 inicia en Tabasco con el 111 aniversario del natalicio del “poeta- estatua”, Carlos Pellicer Cámara que se le ocurrió nacer para necesidad de los pájaros, del río, de los árboles un 16 de enero en esta tierra tropical.

Me considero un cantante frustrado de un grupo de rock, de grunge, un desentonado Eddie Vedder que es fiel en la imitación sólo por el constante gusto por el vino barato y la cerveza mexicana. Mi salvación es la literatura y sobre todo la poesía donde se llega al mar sin tantas carreteras. Es así que con mis amigos de Árbol9, uno de los mejores grupos de rock progresivo en el estado, he montado un espectáculo de rock, poesía y artes visuales al que le hemos llamado Sonórika Bautista, Puentes para Navegantes. Esta puesta multidisciplinaría la hemos montado más de un par de veces con buenos resultados donde un servidor la hace de recitante para calmar sueños frustrados de ser un cantante de rock.
Por invitación del Instituto de Cultura nos invitaron a participar en este homenaje con un “Sonórika Pelliceriano” donde la poesía del “poeta del agua”, Carlos Pellicer, es el centro principal para la manifestación de la música (Árbol9) y las artes visuales (Cocodrilo films)
En el planetario Tabasco 2000, recinto que alberga una buena acústica, presentamos el 19 de enero lo que llamamos, por sugerencia de mi amiga, la poeta Verónica Sánchez, el recital rockero, tributo al poeta: Pellicer, Estación abierta, retorno. Donde la música del arbolito, las visuales del grupo de cine y video tabasqueño Cocodrilo films y un servidor recitando algunos versos del “poeta-museógrafo”, logramos una atmósfera de esas cuando uno se dice: Esto es lo que me gusta hacer para sanar mi alma.
Los dejo con unas fotos de aquella noche cortesía de mi compa Carlos Matus y por supuesto un poema del Poeta de América, uno de los que recité y uno de los más hermosos poemas que este fecundo bardo escribió a lo largo de su brillante carrera por las letras y las artes.

ESTUDIO (1925)

Esta fuente no es más que el varillaje
de la sombrilla
que hizo andrajos el viento.
Estas flores no son más que un poco de agua
llena de confenti.
Estas palabras son pedazos de papel
en el que no escribí hace poco tiempo.
Esa nube es mi camisa
que se llevó el viento.
Esa ventana es un agujero
discreto o indiscreto.
¿El viento? Acaba de pasar un tren
con demasiados pasajeros…
este cielo ya no le importa a nadie;
esa piedra es su equipaje. Lléveselo.
Nadie sabe dónde estoy
ni por qué han llegado así
las asonancias y los versos.

martes, 22 de enero de 2008

ESTE ES UN ALBERGUE TEMPORAL


Pedro Luis

Sí mire, yo vengo para hablar en la tele. He visto el canal desde que empezaron transmisión todo el santo día. He visto los corazones del pueblo por la tele. Tienes que ir a la lloradera en TVT me dijo un compadre, y es que luego luego se suelta el agua de los ojos cuando sale uno en televisión. No es para menos, está inundación es la peor que se ha visto; muchos lo han perdido todo; mi viejo que es muy viejo no recuerda una igual. Deben ser los nervios de estar frente a la cámara lo que también provoque esto tan curioso. Por eso vine hasta acá para cerciorarme como está esto de la desfiladera. Ya vi como pasan, Se preparan primero con usted, pregunta nombre y lo que van a decir y los forma. Algunos traen pancartas con los números telefónicos en letra grande y negra. Números a donde pueden llamar los que andan perdidos. Hay una mujer pequeña, la veo como nerviuda, arruga su pancarta y apuesto que va a ser la primera que vea llorar en vivo y a todo color. Lo ve usted, luego luego, no se pudo aguantar.
Pues yo me llamo Tranquilino, sin apellidos por ahora, si tengo pero horita toy bronqueado con el viejo, no se quiere salir de la casa y le va a llegar el agua a la nuca, después el hedor de mierda es difícil de quitar. Más a su edad que ya huelen rarito. Pues no quiero que oiga su apellido de mi boca, es todo, y apellido materno pues mi jefecita hace un año se nos adelantó así que no tengo madre.
Pues de eso vengo a hablar, a decirle que si no sale voy a exhortar desde aquí al químico para que le mande un helicóptero y militares pa que lo saquen aunque sea a golpes, es necio el viejo. Yo sé que el químico viene para acá seguido, por favor, me gustaría que le enseñaran este recado.
Hay gente que no aguanta el llanto y cuando sale de la cámara ya no lloran. Casi casi como especie de magia se les quita las ganas de chillar y están tan frescos y campantes. Tengo ganas de salir ya para ver si me pasa lo mismo. Pero yo se aguantar el lloriquero. Cuando murió mi jefecita estuve sin soltar una lágrima todo el velorio y el entierro para que el viejo no se desplomara. Cuando todo acabo entonces si, me encerré en mi cuarto y lloré como recién nacido. Pero en el velorio y entierro de mi madre no hubo cámaras de televisión.
Ustedes saben que la gente le dice a TVT el canal de Dios, porque todos saben que existe, pero nadie lo ve. ¿Si lo sabe, verdad? Es un chiste viejo, en tiempos de la CORAT ya se decía del famoso canal de Dios. Pues ahora eso ha quedado atrás, ahora todos lo ven para ver a la gente llorar o pedir ayuda o mandar el recado a la familia para que no se preocupen, que están en tal albergue y todo eso que se dice horita.
Es momento de seguirle. Ya me llegó la cola. Pues muchas gracias, es usted muy amable, estoy a punto, lo ve usted, ya me está temblando un ojo. Ojala me vea el viejo desde su trinchera de agua, el hijo de su santísima y necia madre. Disculpe Por la culpa de él estoy aquí, si por fin quiere verme llorar ojala que tenga prendida la tele…