
Wayne Coyne adentro de una burbuja transparente. Su staff lo lanza hacia el público mexicano. Toneladas de equipo naranja se esparcen sobre el escenario. Logramos tocar la burbuja por un instante y es nuestro pedazo de inmortalidad, el rostro excitado de Wayne supongo es igual a los rostros que tenemos los que vemos incrédulos desde afuera de la burbuja. Unos borrachos pelean en el público, aguafiestas nunca faltan para amargarle el momento a los fans de labios colorados de Flaming Lips.
La bola transparente rueda por el público maravillado por unos minutos y vuelve al escenario para que el vocalista salga de la burbuja a dar su show. Es la hora de los Flaming en el Motorokr Fest 08. Inician con “Race for the price”, una de las rolas más alegres de los chicos locos de Oklahoma, muy esperada por este escriba que salta sorprendido al escuchar la rola por la que rezaba a Yoshimi y a otros dioses para que la tocaran en su visita a México. Es la primera canción para arrancar una hora de verdadera magia musical.
La pelea de los que sólo llegan a los conciertos a estupidizarse con alcohol y drogas sigue pero ya no importa, The Flaming Lips está en el escenario, sobre este lo acompañan Tele Tubies que no dudo sean fans mexicanos que tuvieron la gran oportunidad de disfrazarse y estar con ellos en su espectáculo.
Wayne Coyne vestido como siempre de saco, muy elegante y de tono beige. Tiene una 'bazooka' donde lanza lluvias de serpentinas y confeti hacia el público, su bajista viste un traje de esqueleto (homenaje a John Entwistle, de The Who), a Steven Drozd sólo se le ven los cabellos y una playera naranja, su batería es del mismo color. Es imposible no saltar de felicidad al escuchar 'Race for The Prize'.
En la pantalla gigante que tiene el grupo atrás se ven todas las canas de Coyne, en la pantalla todos los colores del arco iris, el juego de luces junto con globos que rebotan entre el público asemeja a un reventón de antología. Wayne lleva colgado una maquina de hacer humo. Es la fiesta donde celebramos por fin la llegada a México de Flaming Lips, una banda que se divierte en cada una de sus presentaciones, que sabe hacer música y sabe entregarse. Ellos hacen que el viaje y el boleto valgan la pena.